Detallan las torturas que soportó Dilma Rousseff

MUNDO
La presidente de Brasil fue detenida en 1970 por la última dictadura militar. Recibió descargas eléctricas, fue brutalmente azotada e, incluso, padeció simulacros de fusilamiento


La vida de la mandataria brasileña no fue fácil. Militó en grupos guerrilleros en los que ocupó puestos de alta responsabilidad. Primero lo hizo en la Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares y después en el Comando de Liberación Nacional. Ambas organizaciones enfrentaban a la dictadura brasileña que terminó recién en 1985.

Fue detenida en 1970 y sufrió largas sesiones de tortura. Su cautiverio se prolongó por tres años. La llamaban Stela, Luisa o Vanda.

Pese a tener un pasado público, la mandataria nunca quiso revelar detalles. "Nadie sale de eso sin marcas", se limitó a definir en declaraciones para la revista brasileña Piauí días antes a resultar electa.

Sin embargo, los pormenores comienzan a conocerse. Los diarios Correio Braziliense y O Estado de Minas difundieron datos sobre las largas sesiones de tortura que soportó durante su cautiverio.

Dilma Rousseff sufrió azotes, fue golpeada hasta que le arrancaron un diente y soportó técnicas de tortura psicológica como una simulación de fusilamiento.

Ambos periódicos reproducen el testimonio de Rousseff ante el Consejo de Derechos Humanos de Minas Gerais concedida en 2001, en la que narra las torturas que sufrió entre 1970 y 1973, cuando fue detenida y condenada por un tribunal castrense.

En la declaración, la jefa de Estado dijo que a veces no sabía si los interrogatorios "de larga duración" tenían lugar de día o de noche.

Los torturadores "experimentados" solían atarla cabeza abajo en un palo para después aplicarle cargas eléctricas, un método de tortura que "no deja rastro, sólo te mina", según las palabras de Rousseff recogidas por los diarios.

"Estuve presa tres años. El estrés es feroz, inimaginable. Descubrí, por primera vez, que estaba sola. Encaré la muerte y la soledad. Me acuerdo del miedo cuando mi piel tembló. Hay un lado que nos marca el resto de la vida", atestiguó Rousseff en ese entonces.

Las sesiones de torturas fueron realizadas en el Destacamento de Operaciones de Informaciones-Centro de Operaciones de Defensa Interna (DOI-CODI) de Sao Paulo, el principal órgano de represión y tortura a opositores políticos, y también en una cárcel de la ciudad de Juiz de Fora, en el estado de Minas Gerais (sureste).

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