SOCIEDADLa cifra surge de una encuesta en la que para la mayoría Angelina Jolie tiene la cara más bonita, y Catherine Fulop cuenta con el mejor cuerpo. Aseguran que con el auge de las cirugías estéticas, crece la sensación de eterna insatisfacción. La mitad se hizo una cirugía o piensa hacérselaEs probable que no exista una mirada capaz de ser tan cruel, violenta e impiadosa como la propia. Pararse desnuda frente al espejo, estirarse la piel y sentir cada letra de la expresión “qué asco”. Por estos motivos es que muchas mujeres inteligentes, profesionales y que jamás tuvieron un trastorno alimentario no pasan los muros de belleza que ellas mismas levantan.
Una encuesta de D’Alessio Irol exclusiva para el diario Clarín mostró que en un careo con el espejo, siete de cada 10 mujeres se sienten incómodas con su imagen. Más de la mitad se hizo una cirugía o desearía hacérsela, y puestas a elegir encuentran belleza en la cara imposible de Angelina Jolie y en el cuerpo tallado de Catherine Fulop.
“El libro Beauty pays (La belleza paga) sostiene, con evidencia científica, que ser bello implica mejores resultados en entrevistas de trabajo, en exámenes orales, mejor atención en un negocio o en una dependencia pública y hasta en un juicio oral”, asegura Mónica Katz, directora de la carrera de Nutrición de la Universidad Favaloro.
La académica agrega que “lamentablemente, como la belleza paga, vemos chicas de veintipico colocándose bótox para borrarse las líneas naturales de expresión. O jóvenes que se agrandan el busto a pedido de sus novios. O mujeres que directamente no tienen intimidad para no mostrar el cuerpo”.
Pero la autoexigencia no es sólo un arma para jovencitas confundidas: “He llegado a atender a una señora de 79 años que había conocido a un hombre, quería tener intimidad pero no soportaba verse las mamas caídas”, cuenta Alberto Abulafia, cirujano plástico del Hospital Ramos Mejía.
“Forzar de ese modo la realidad conlleva mucho sufrimiento. Hay mujeres que vienen porque se casa un hijo, y quieren hacerse lo que sea para tener el cuerpo como el de la novia. Vienen con medio centímetro de grasa en la cadera, con la fantasía de que les rebanemos un pedazo”, agrega María Luisa Rijana, presidenta dela Asociación Argentina de Clínica Estética.
Desde que las cirugías dejaron de ser inaccesibles, cree, la sensación de eterna insatisfacción es más sádica: hay algo que podría hacer -y que no estoy haciendo- para arrancarme una parte del modelo original.
“Los humanos tenemos una tendencia natural a buscar promedios. El problema es que hoy los promedios de las mujeres de la televisión son tubulares. Ya ni siquiera hablamos de 90-60-90; sino ochenta y pico hasta de caderas, como nenas sin desarrollar”, agrega Katz. Y concluye diciendo: “Esto quiere decir que mi nieta estará mucho más expuesta que yo. Sofía Loren o Marilyn Monroe, los modelos de cuerpo de mi época, hoy estarían a dieta”.
Una encuesta de D’Alessio Irol exclusiva para el diario Clarín mostró que en un careo con el espejo, siete de cada 10 mujeres se sienten incómodas con su imagen. Más de la mitad se hizo una cirugía o desearía hacérsela, y puestas a elegir encuentran belleza en la cara imposible de Angelina Jolie y en el cuerpo tallado de Catherine Fulop.
“El libro Beauty pays (La belleza paga) sostiene, con evidencia científica, que ser bello implica mejores resultados en entrevistas de trabajo, en exámenes orales, mejor atención en un negocio o en una dependencia pública y hasta en un juicio oral”, asegura Mónica Katz, directora de la carrera de Nutrición de la Universidad Favaloro.
La académica agrega que “lamentablemente, como la belleza paga, vemos chicas de veintipico colocándose bótox para borrarse las líneas naturales de expresión. O jóvenes que se agrandan el busto a pedido de sus novios. O mujeres que directamente no tienen intimidad para no mostrar el cuerpo”.
Pero la autoexigencia no es sólo un arma para jovencitas confundidas: “He llegado a atender a una señora de 79 años que había conocido a un hombre, quería tener intimidad pero no soportaba verse las mamas caídas”, cuenta Alberto Abulafia, cirujano plástico del Hospital Ramos Mejía.
“Forzar de ese modo la realidad conlleva mucho sufrimiento. Hay mujeres que vienen porque se casa un hijo, y quieren hacerse lo que sea para tener el cuerpo como el de la novia. Vienen con medio centímetro de grasa en la cadera, con la fantasía de que les rebanemos un pedazo”, agrega María Luisa Rijana, presidenta dela Asociación Argentina de Clínica Estética.
Desde que las cirugías dejaron de ser inaccesibles, cree, la sensación de eterna insatisfacción es más sádica: hay algo que podría hacer -y que no estoy haciendo- para arrancarme una parte del modelo original.
“Los humanos tenemos una tendencia natural a buscar promedios. El problema es que hoy los promedios de las mujeres de la televisión son tubulares. Ya ni siquiera hablamos de 90-60-90; sino ochenta y pico hasta de caderas, como nenas sin desarrollar”, agrega Katz. Y concluye diciendo: “Esto quiere decir que mi nieta estará mucho más expuesta que yo. Sofía Loren o Marilyn Monroe, los modelos de cuerpo de mi época, hoy estarían a dieta”.
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